El ministro de Dios tiene que ser una persona con una experiencia religiosa muy profunda, que abarca el nuevo nacimiento y un caminar constante con Dios. Cuando leemos de los grandes personajes que Dios utilizaba en tiempos pasados, hombres y mujeres, nos impresionamos con estas cualidades. Por eso, debemos decir que el ministro de Dios tiene que ser una persona que haya conocido a Dios en una forma personal. No podemos establecer pautas para esta experiencia,
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